Muy a mi pesar (y el de Clara) ha llegado el día. Sobre las diez de la noche el Hespérides nos ha recogido a Jaime, Manolo y una servidora. Ha sido un día frío, pero soleado. De los bonitos que hemos tenido. Algo curioso es la percepción alterada de las distancias. Me han explicado que es por la claridad del ambiente (aquí no nos llega la contaminación) y la luminosidad. Todo parece estar aquí al lado, pero cuando te pones a ello, a pie, en zodiac, o en moto de nieve, cuesta mucho más de lo esperado alcanzar el objetivo.
Hemos empezado el día regular tirando a mal. Las secretarias del CUEMUM me han comunicado por mail que la Universidad de Zaragoza ha decidido no impartir Módulo I y II del Máster de Medicina de Montaña este año 2013. Una decisión totalmente equivocada y sin fundamento, porque el Máster cuenta con apoyos y alumnos suficientes como para poder empezar una nueva promoción. Estoy pensándome muy seriamente presentar mi dimisión al Rector. En absoluto estoy de acuerdo con esta decisión, por los alumnos, por el incuestionable servicio que los profesionales que formamos prestan a la sociedad y porque no se ha tenido en cuenta nuestra opinión. Cuando en 2006 José Ramón presentó su dimisión como Director del Máster diciendo “
Lo que en un principio asumí como una tarea por militancia montañera, al tiempo de prestar un servicio a la sociedad y a mis amigos de la montaña, se ha convertido en un trabajo agobiante, agotador, exigente y muy estresante por la gran cantidad de intereses político-médicos de todo tipo, que se han desatado en su entorno y que me desbordan porque no los entiendo”(…) le sobraba razón y lo suscribo palabra por palabra. Sí tengo que decir que me siento muy orgullosa de haber contribuido a que Aragón, que no puede presumir de ser líder y pionero en demasiadas cosas, sea hoy considerado como tal en este campo y de haberlo hecho junto con José Ramón Morandeira. Si Aragón no es capaz de mantener este liderazgo por esas cosas que -por desgracia- pasan en esta tierra nuestra
cainita, donde abunda la envidieta, el pueblerinismo, la impotencia, la incompetencia, el asombro de papanatas ante lo que viene de fuera y la afición incontenible a zabucar lo que hacen los de dentro, aunque sólo sea por aquello de “a ver lo que se ha creído ese” (palabras textuales de JR), quiero pensar que otras universidades europeas que van siguiendo nuestra estela, asumirán la labor de formar a esos profesionales sanitarios que en el futuro, se harán cargo con plena garantía y competencia, de atender a los accidentados en nuestras montañas o de la asistencia urgente en los helicópteros de emergencias médicas, ya que nosotros no habremos sabido preservar lo nuestro.
Después de comer, ya con todo recogido, Clara y yo nos hemos dado un último paseo juntas por la playa, en compañía de los pingüinos. Ella, que sabe bien lo que hemos luchado José Ramón y yo por la continuidad del Máster, me insiste en que no tome una decisión tan radical hasta que no me haya sosegado. Ya le he explicado que no es cosa de un pronto ni algo precipitado, que llevan diez meses “mareando la perdiz” y a los alumnos. Además, si no hay Máster, yo no pinto nada en la Universidad de Zaragoza. No es una decisión que vaya a tomar “en caliente”. Llevo un mes fuera de Zaragoza, con la perspectiva que da el tiempo, los 14.000 km que hay de por medio y el no saber nada de lo que pasa por tierras aragonesas o españolas. Presentar mi dimisión es una posibilidad que José Ramón y yo habíamos hablado en profundidad en varias ocasiones.
La despedida ha sido larga. Hemos estado más de dos horas en el embarcadero mientras se cargaba la basura de la base en el Hespérides y se descargaba gasoil. Han estado todos aguantando el frío hasta que nos hemos subido a la zodiac. Con lo sentimental que soy, me ha ido justo para no llorar al despedirme definitivamente. He abrazado a todos, uno por uno, y les he dado las gracias. Nunca sabrán lo mucho que me han ayudado y todo lo que ha mejorado mi ánimo (a pesar de las patadas en los esos que me dan últimamente los que se empeñan en destruir el legado de José Ramón) con sus bromas, su compañerismo y sus atenciones. Ha sido un detalle más por su parte estar tantas horas plantados en la playa de Juan Carlos I. Clara estará estupendamente el mes y medio que le queda. Son buenos chicos y la cuidarán mucho. Me hubiera gustado quedarme, pero no puede ser. Además, está lo suficientemente preparada para afrontar este reto sola.
Como las maniobras de carga y descarga han sido largas, Jerónimo López, Miki y Agustín Olea, el médico del Hespérides, han desembarcado para visitar la base. Clara y yo les hemos acompañado para enseñarles la enfermería. Jerónimo, como ya expliqué, es geólogo, además de un científico de prestigio reconocido internacionalmente, ahora Presidente del 'Scientific Conmittee on Antartic Research’. Estuvo con José Ramón en la primera expedición aragonesa al Himalaya, cuando se abrió una vía en el Baruntse, en 1980. Se alegró mucho al ver que una Morandeira andaba por estas tierras australes, afrontando el desafío antártico.
Para subir al barco, nos hemos vestido con los teletubys por última vez en esa campaña. La entrada en la zodiac ha sido tan patosa como siempre. Esta vez, además, el traje estaba “pelín” pinchado, por lo que, se me ha llenado el pie izquierdo de agua. Lo que, unido al frío que tenía después de dos horas esperando en la playa, me ha dejado más que pasmada. Las manos, a pesar de los guantes, ni las sentía. Curro y Julio aguantaban el último escalón de madera de la escalera que colgaba sobre la zodiac desde la baranda del Hespérides. Para subir, entre el frío, el traje y el agua en el pie, he tenido que concentrarme para coordinar los movimientos y llegar a cubierta sin caerme. Cuando he llegado, las manos las tenía completamente agarrotadas y el pie blanco. He tenido que entrar en la ducha y tomarme un vaso de leche caliente para recuperarme. De Juan Carlos I hemos ido a San Clemente a recoger a los expedicionarios búlgaros. Eran las dos de la mañana cuando recogíamos al último pasajero en el campamento internacional Byers, antes de poner rumbo al Drake.
MA Nerín
9 de enero de 2013