El Grupo de Investigación “Salud y Seguridad en la Montaña” se creó con el fin de investigar en la prevención de los accidentes de montaña desde tres áreas íntimamente relacionadas en la persona en su interacción con el medio: Seguridad en la Montaña, Medicina de Montaña y Aspectos Psicológicos relacionados con la Montaña. Contacto: grupossm@gmail.com

Enlaces:

1- Power Point: JoséRamón_Morandeira-OmManiPadMeHum
https://www.dropbox.com/s/ea3t9re8fluo6ea/Jos%C3%A9Ram%C3%B3n_Morandeira-OmManiPadmeHum.pps?dl=0
Si no puede ver el archivo, enviar correo a grupossm@gmail.com

2- José Ramón Morandeira por Luis Masgrau Gómez, Presidente de la FAM

https://www.dropbox.com/s/eys7x1tff2j7s42/JRMorandeira_Heraldo_8-XI-2012.pdf?dl=0

EXPEDICIONES AL HIMALAYA DEL GRUPO SSM

Expedición Científica Aragonesa "Himalaya 2008"

http://expedicioncientificaaragonesa.blogspot.com.es/

Expedición "Manaslu 2009"

http://grupossm2009.blogspot.com.es/

jueves, 31 de enero de 2013

AHÍ VAMOS

Por fin, hoy a mediodía hemos retomado la conexión de correo electrónico con Clara. Han sido días de mucho movimiento por las bases antárticas españolas:
Se marchó el meteorólogo tres días a Gabriel de Castilla con el Hespérides y bajaron en Juan Carlos I el meteorólogo de la base militar y cinco personas de la Unidad Técnica Marina (UTM) para pasar unos días con nosotros y desconectar un poco. Con ellos bajaron unas 15 personas del barco para visitar la base (entre ellos, los investigadores del Campamento Byers con los que hice el viaje de Punta Arenas a la Antártida; me hizo mucha ilusión verlos de nuevo). Mientras se realizaban las maniobras de carga y descarga, acompañé al grupo de visitas por la base y subimos a Pico Radio. Los de Byers estaban agotados porque sus maniobras con el Hespérides habían sido durante la noche y no habían dormido más de dos horas. Ayer se marcharon los UTM y el meteorólogo de Gabriel de Castilla y bajaron los investigadores del equipo de Ángeles Aguilera: tres mujeres y un hombre, que se quedarán quince días.
Estos días la enfermería está movida. Reviso la mano de Jordi. Sigo pensando que no tiene nada roto, pero todavía le molesta. Tengo un par de hipertensos, uno de ellos con cifras bastante altas, sobre todo la diastólica que la tiene en 110 con frecuencia. Le han modificado estos días la medicación así que, de momento, aquí ando controlando.
Por aquí, todo leve y llevadero. Ayer se evacuó en helicóptero un cólico de la base militar Gabriel de Castilla, en isla Decepción, a la isla Rey Jorge y, posteriormente, en avión a Punta Arenas. Miki organizó toda la logística del traslado de forma magistral. La doctora de la base militar llevó a cabo una ecografía en teleconferencia con el Hospital Gómez Ulla de Madrid y se objetivó sufrimiento renal por un cálculo. Automáticamente se activó el protocolo de evacuación urgente. Esta mañana ha entrado en quirófano. Así que, ahí vamos, ¡¡sin bajar la guardia!!”.
Como dice el Teniente Coronel de Diego: “Reconforta comprobar que los mecanismos establecidos en los protocolos escritos, funcionan también en la práctica; aunque siempre subordinados a muchos condicionantes que, en este caso, han sido favorables". Es el caso que atendimos en el Hespérides cuando íbamos de Punta Arenas a isla Livingston en diciembre. Este investigador participa en un proyecto en el que tienen que bucear para obtener muestras. Iban primero tres semanas a O’Higgins y después a isla Decepción. Con un cuadro de cólico renal está contraindicado el buceo y no pudo quedarse en la base chilena, por lo que se quedó unos días en observación en el Hespérides (se repitió el cólico tres veces) y, una vez recuperado, lo desembarcaron en Gabriel de Castilla después de Navidad. Los Nemertinos que Clara ha recogido en isla Livingston eran para el proyecto de los buceadores.

C Morandeira y MA Nerín
31 de enero de 2013

martes, 29 de enero de 2013

SIN NOTICIAS DE CLARA

Cosas de la extrema periferia. En la Base Antártica Española Juan Carlos I no hay acceso a internet, ni televisión, lo que es una ventaja si se quiere estar aislado del mundanal ruido y centrarse en la labor que allí se realiza. Sí que se dispone de teléfono vía satélite y de una conexión con el servidor del CSIC en Barcelona que permite enviar y recibir correos en una cuenta que habilita el informático, pero de no más de 500 Kb. El sábado tuve la última comunicación con Clara Morandeira. Siendo que nos escribimos todos los días, hoy ya estaba preocupada por no haber recibido noticias suyas ni respuesta a mis correos. Así que, a mediodía he conectado con el teléfono de la BAE para confirmar que todo iba bien y que no había que enviar al Hespérides al rescate. Llevan tres días sin correo electrónico por un problema del router.
Me ha confirmado Clara que los accidentados el viernes “progresan adecuadamente”; de hecho, están bien. Me ha contado también que uno de los tripulantes del Hespérides presentó la semana pasada un cuadro de melenas (deposiciones negras por hemorragia digestiva) sin más clínica añadida, pero que –dado que el buque estaba en aguas de las islas Shetland del Sur- les planteaba un problema serio para una evacuación urgente en caso de sangrado masivo. Se le fue controlando la tensión y la hemoglobina (que fue bajando de 14 a 13, a 12, 11, 10, aunque sin más clínica) por lo que se decidió traslado a isla Rey Jorge y solicitar evacuación al continente. Tres días es lo que han tenido que esperar a que un avión brasileño pudiera dejarlo en Punta Arenas, donde está ingresado. Estos son los problemas añadidos a cualquier incidencia médico-quirúrgica en la extrema periferia, la evacuación es posible cuando las condiciones meteorológicas y la disponibilidad de medios lo permiten. En el hospital han confirmado por endoscopia que el paciente presentaba hemorragia digestiva reciente Forrest tipo II b (coágulo adherido), que no es ninguna broma estando en medio de la nada.
Clara ha acompañado a Julio y a Joan a recoger las muestras semanales de agua en bahía Johnson y junto a las Raquelias (unos islotes próximos). No he pensado en preguntarle si Miguel le había preparado un roscón de San Valero, fiesta que se celebra hoy en Zaragoza.

C Morandeira y MA Nerín
29 de enero de 2013

lunes, 28 de enero de 2013

SOBRE LA MEMORIA HISTÓRICA

Los alumnos siguen en Candanchú con su Módulo V hasta el viernes. Yo me he vuelto a Zaragoza “para no gastar”, por indicaciones de la superioridad. El lunes retomo los asuntos pendientes que tiene el Máster de Medicina de Montaña y de la Extrema Periferia. El más importante y acuciante, el de su continuidad.
La vuelta al día a día conlleva enfrentarse a la triste realidad, pero quiero pensar que también a superar nuevos retos, soñar nuevos sueños, volar nuevos cielos. Eso sí, sin olvidar. Decía José Ramón “Olvidando los antecedentes no se hace Historia. O se hace una Historia falsa. Pero esa, es otra historia”. La historia del montañismo español y aragonés de los últimos cincuenta años pasa por José Ramón Moranderia, así como la del rescate en montaña y la de la medicina de montaña en nuestro país. Una editorial con la que él colaboraba me propuso -poco antes de irme a la Antártida- preparar un libro sobre su trayectoria profesional. Sabiendo de su afición por los antecedentes históricos y el interés que tenía por transmitir todo lo que había vivido hasta ver algunos de sus sueños realizados, no he dudado en ponerme a recopilar escritos y fotografías suyas para el libro, vaya a ser que se tergiverse la “memoria histórica” en este asunto, o que sus alumnos lleguen a olvidarla. No será cosa de unos días, porque hay mucho que revisar y seleccionar; pero empiezo a estar en disposición de hacerlo, entre sonrisas y lágrimas. El concepto de “memoria histórica” se atribuye a Pierre Nora, haciendo referencia al esfuerzo consciente de un grupo humano para valorar y tratar su pasado con respeto y consideración. Eso es lo que pretendemos con el libro, contar con la colaboración de algunos de los que trataron a José Ramón y a su trabajo con respecto y consideración, para que esta biografía profesional tenga una visión polifacética, como el poliedro que era él: montañeros, montañeses, profesores, investigadores, técnicos, médicos, enfermeros, rescatadores, políticos, responsables institucionales, alumnos, discípulos, hermanos, su hijo Moncho… que supongan un extenso abanico de perspectivas sobre la persona y la dimensión de José Ramón Morandeira.
Clara ha estado cogiendo nemertinos en la playa para uno de los investigadores que está en isla Decepción, en la base militar española Gabriel de Castilla. Le he pedido que, en cuanto pueda, se entere de en qué consiste la investigación sobre los nemertinos (gusanos, al fin y al cabo), para ilustrarnos un poco a todos. Me cuenta:
Esta mañana he cogido nemertinos para Sergi con Iñaki. Bueno, para ser exactos, yo he cogido gusanos con mucha intensidad, si luego son nemertinos o no... ¡¡eso ya es otra cosa!! Esta noche tenemos movimiento de barco y se llevan al Meteorólogo unos días a la Gabriel de Castilla. Allí está Sergi, así que aprovecho para que se los lleven. Para comer, Miguel nos ha hecho barbacoa. ¡¡Buenísima!! Al final, hemos comido dentro porque hacía fresco para “comida campestre”. Te mando una foto guay para el blog
!!”
A la vista de la foto, le digo a Clara: -“¡¡¿qué es esa cosa que sujeta Miguel con la mano izquierda?!! ¿medusa antártica a la brasa, un poco pasada de punto?” (ojo, que en la Antártida hay medusas de verdad, no está fuera de contexto la observación). ¡¡Pues ha resultado ser pulpo gallego!!





C Morandeira y MA Nerín
26 de enero de 2013

sábado, 26 de enero de 2013

¡HOMBRE AL AGUA!

Clara ha estado en el Mc Gregor con Curro y Arkaitz, acompañando a dos de los científicos, ya que el trayecto era por zona de riesgo. Mientras ellos tomaban las mediciones oportunas, Clara ha practicado reuniones en nieve con Arkaitz. Como ya estaba previsto, ayer repasaron juntos conceptos básicos de progresión por cuerda en el interior de uno de los módulos de la base nueva (aún en obras). En caso de caída en grieta, hace falta poder asegurar todo el sistema de recuperación del herido en un buen anclaje y progresar por cuerda con soltura. En el Máster de Medicina de Montaña (Máster MMEP) de la Universidad de Zaragoza, los médicos y enfermeros aprenden a saber hacer medicina de urgencia en medio difícil, aislado y hostil, a saber llegar hasta el accidentado –por difícil que sea el acceso-, y a saber colaborar con los equipos de rescate. En el caso que nos ocupa, Clara tiene que estar perfectamente coordinada con Iñaki, Arkaitz y Curro, que son los tres guías de montaña de la base Juan Carlos I. En caso de emergencia, no puede haber dudas; por eso, hay que practicar, practicar y practicar. Me explica Clara:
La idea era seguir practicando con las motos y hacer algo de cuerdas. He aproximado en la moto a uno de los científicos y Curro a otro. Hemos subido al pico McGregor; Curro nos ha guiado genial y ha llevado encordados a los dos científicos dirigiéndoles muy bien. Una vez colocado el trípode, hay que esperar una hora mientras el aparato hace mediciones. En ese rato, Arkaitz y yo hemos hecho reuniones en nieve. ¡Genial! Después, hemos ido a medir al mirador desde el que se ve bahía Falsa; hemos aprovechado para comer el bocadillo viendo como caían la nieve y el hielo sobre el mar. Ya de bajada, se han tenido que acercar al Sofía, pero yo allí ya aportaba poco; como estaba helada y eran las 4 de la tarde, me he adelantado y he regresado a la base.
Por la mañana, otro grupo de investigadores han salido con Julio en la Zodiac, a recoger muestras en diferentes playas. Han regresado sobre las seis de la tarde. Como el tiempo había empeorado y se había levantado aire, se ha complicado un poco alcanzar el embarcadero. Además, el viento había llenado de brass toda la bahía, por lo que la aproximación ha sido lenta y movida. La pericia de Julio al volante (perdón, timón) ha permitido ‘llegar a puerto’. Muy próximos a la zona de amarre, uno de los investigadores ha caído al agua. Por supuesto, llevaba el teletuby, pero sin el guante de la mano derecha. No ha sido mucho tiempo, porque han actuado todos los presentes de forma rápida y coordinada, pero ha llegado a la enfermería con la mano pálida y bastante hinchada. La Dra. Morandeira ha actuado con celeridad y saber hacer para minimizar los efectos del agua fría sobre la extremidad afectada. Una incidencia de este tipo necesariamente ha de contar con la colaboración de todos, para lo que es importante la formación. Las tardes de los sábados se dedican a ‘puesta al día’ en aspectos médicos y de seguridad. A principios de enero, Clara y yo les explicamos qué hacer en caso de congelaciones (acción local del frío en una extremidad o parte distal del cuerpo) o de hipotermia (descenso de la temperatura central del organismo por debajo de 35º). Miguel que, para lo que habla a todas horas ese día estuvo especialmente atento, en cuanto escuchó por emisora el aviso de “hombre al agua”, puso ollas de agua a calentar para que estuviera todo preparado para cuando lo desembarcaran. Me cuenta Clara: esa mano llevaba un rato largo pasando frío, caerse al agua ha sido la rematada final. Han tenido buen día, pero ya sabes que aquí el tiempo cambia volando y, quieras que no, son muchos ratos quietos en la Zodiac, con ‘viento fresco’ y agua fría salpicando. Miguel ha estado muy rápido; en cuanto ha llegado el accidentado, ha podido meter la mano a remojo. Mañana seguiremos con los baños, pero es un científico que se mete mucha caña con el trabajo (rayando un pelín el límite con el exceso), así que a ver si va con más calma. La evolución es buena y ahora estaba bastante bien. Clara también ha tenido que atender al jefe de la base, que se ha hecho un esguince en dos dedos cuando estaba ayudando al ‘náufrago’ a salir del agua: el pobre Jordi le ha echado un cable para subir a la barca, pero ha debido ser bastante complicado, y ha hecho una hiperextensión forzada de tercer y cuarto dedo de la mano.
Puede parecer reiterativo que todos los días se estén practicando técnicas, maniobras o procedimientos, pero –por ejemplo- para nada es exagerado hacer periódicamente prácticas de entrar y salir de la Zodiac cuando no se hace pie para poder impulsarse con las piernas. Cuando se ha caído al agua, los minutos corren en contra y hay que poder ‘escapar’ con rapidez. Cierto es que son muchas las actividades envidiables que se desarrollan en las bases antárticas, pero no hay que perder de vista que son actividades de riesgo. La nieve, el agua fría, la niebla, un cambio de tiempo, el hielo, los animales… pero también el exceso de confianza, el cansancio, la rutina, las prisas… son factores que pueden jugarnos una mala pasada. Alberto Ayora, Teniente Coronel de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) es un experto en gestión del riesgo, colaborador docente en el Máster MMEP y uno de los responsables del Grupo de Investigación Salud y Seguridad en la Montaña: lo importante es planificar la actividad, prever las posibles complicaciones y tener un plan de respuesta para que, en caso de que se presenten, minimizar los efectos que se produzcan ya que, en montaña, en el mar, en la extrema periferia, el riesgo cero no existe. Ni más ni menos, este es el esquema que se ha seguido hoy en la BAE Juan Carlos I. ¡¡Un hurra por todos ellos!!
C Morandeira y MA Nerín
25 de enero de 2013

viernes, 25 de enero de 2013

EL FANTASMA DE SANTA CRISTINA

Pues no están nada de fáciles las cosas, no señor. Lo de hoy ha sido para verlo en directo. Hasta cinco minutos antes del inicio previsto del Curso de Técnicas de Rescate en Montaña (Módulo V del Máster), no hemos sabido que teníamos la autorización de la Universidad de Zaragoza para llevarlo a cabo. Los alumnos ‘en posición de salida’, con ARVA, esquís, mochila y casco, en la puerta del CAEM, dispuestos a no renunciar a su curso, nieve por todas partes, las secretarias cardiacas, la Guardia Civil alucinando en colores y yo –al estilo Scarlet O´Hara en Lo que el viento se llevó- diciendo al Vicerrector por teléfono “(…) A Dios pongo por testigo que este curso no costará ni un euro más de lo que se ingrese por matrículas (…)” claro que, en lugar de mirar al cielo con un puño lleno de tierra, ha tenido que ser de nieve, que es todo lo que daba de sí el escenario… Por muy cómica que parezca la escena, ha sido de infarto para todos. He tenido que hacer bastantes recortes para ajustar el gasto a los ingresos, ya que han superado las pruebas menos alumnos de lo esperado, pero ¡¡hemos sacado el curso adelante y los alumnos podrán terminar el Máster!! Ahora está por ver lo que nos permite hacer el temporal de nieve que tenemos encima hace una semana y que no parece remitir; pero este es, digamos, “un problema menor”.
La ventaja de contar con la colaboración de la Benemérita es que es cómo, cuándo y dónde haga falta. Estaba ‘el patio’ peor que mal para bajar de Candanchú a Canfranc, mucha nieve y ninguna visibilidad. Los instructores tenían que volver a Jaca, así que se han ofrecido a escoltarme hasta el hotel. Uno de ellos ha venido de copiloto en la NISSAN Navara de los CUEMUM y los otros cuatro detrás en un NISSAN Patrol de la Guardia Civil hasta el Hotel Santa Cristina de Canfranc, un edificio del siglo XIX recientemente rehabilitado.
Inicialmente se destinó al cuerpo de Carabineros y hacía las funciones de aduana, porque está a 5 km del Somport (y a 4 km de las ruinas del Hospital de Santa Cristina, uno de los tres albergues de peregrinos más importantes de la cristiandad, junto con el de Jerusalén y el Gran San Bernardo). Luego fue casa-cuartel de la Guardia Civil. Siempre que tenemos curso en Candanchú, nos alojamos aquí. José Ramón me contaba que, cuando fue detenido de jovenzuelo por ‘contrabando y paso ilegal de fronteras’ (básicamente por pasar a Francia a comprar una cuerda de escalar), estuvo aquí una noche en el calabozo. El cabo que me acompañaba en el coche me ha contado la historia del fantasma del cuartel. Por lo visto, un brigada que era ‘escribiente’ se pegó un tiro y, desde entonces, su alma deambulaba por el cuartel, ahora Hotel Santa Cristina. Ante la cara que he debido poner de “no me creo nada”, me ha dicho “que es en serio, ¿no has oído el ruido de la máquina de escribir por la noche? Pregunta en recepción y ya verás, dicen que a veces se encienden y apagan luces, o que se cierran puertas de golpe…” La cosa de los fantasmas no me asusta especialmente, pero tampoco es que Patxi me inspire mucha solemnidad. Lo conozco hace 18 años. Fue mi instructor cuando hice el Máster y siempre ha sido un pozo sin fondo de bromas y risas. Así que le he dicho, “Mira, Patxi, si de verdad hay un fantasma que se pasea por el hotel, no ha venido a verme. Probablemente sea porque tiene claro que si me entero de que los espíritus van y vienen a su antojo, tendrá que traerme a José Ramón para que tengamos más que palabras por morirse sin avisar. Seguro que el brigada fantasma no quiere verse en un asunto privado entre el Ilustre Moncaíno y la Fura Montañesa”. Los 5 km los hemos hecho sin problemas. Si se me aparece el brigada, os lo contaré.
En la Antártida la noche empieza a ganar horas al día. Nada difícil, ya que en diciembre todas las horas eran día. Me cuenta Clara:
Mientras arreglábamos la Zodiac antigua, Julio me ha estado explicando la eclíptica y el sol, las diferentes horas, la luna y las mareas... ¡¡De eso sabe un rato largo!! ¡¡Me volveré a España hasta con esquemas a mano alzada sobre el tema!!
Se ha ido ya mucha de la nieve que había alrededor de la base, pero todavía causa algún estrago. Hoy he valorado en consulta una rodilla que, a pesar de retorcerse, no se ha lesionado de forma importante; también tengo una uña encarnada y una quemadura en una mano que requieren cura diaria, pero tampoco es grave. Todos los días hay una o dos consultas, sigo con los inventarios y protocolos de la enfermería, echo una mano en náutica o en las investigaciones, hago alguna cosa de montaña para mantener la forma física y técnica, algún apoyo puntual en cocina, en fin, lo que podemos llamar “rutina antártica”. No quiere decir que te aburras ni te canses, sólo que ‘entras en rutina’, como si fuera tu forma de vida habitual.
C Morandeira y MA Nerín
23 de enero de 2013

jueves, 24 de enero de 2013

A VUELTAS CON EL MÓDULO V DEL MÁSTER Y DEMÁS FLECOS

Por aquí, todo son líos. Los alumnos de esta promoción despendolados con las pruebas de acceso al Módulo V (el de la Guardia Civil de Montaña), porque les parece todo dificilísimo de superar, los de la próxima en pie de guerra, porque los dejan compuestos y sin novia (de momento, no hay fecha de inicio para el Módulo I), la Universidad en sus trece (si no se salda la deuda, no se empieza nuevo curso), el Gobierno de Aragón mira para otro lado (esa deuda no va conmigo) y la Federación va a su bola; es como una película de Almodóvar. Así que, desde que llegué de la Antártida hace cuatro días escasos, me levanto pensando, ¡a ver qué toca hoy! Es como estar en Las doce pruebas de Asterix y Obelix. En realidad, tampoco es muy diferente a lo de otras veces, pero no es lo mismo llevar el peso de las cosas sola que con José Ramón. Siempre tenía una frase lapidaria, un chiste jocoso o una referencia histórica para todo, y así íbamos tirando cuando el panorama se ponía gris. Me sonrío (por lo exagerado que era siempre en los comentarios y apostillas) cuando me acuerdo de que JR me recordaba más de una vez las palabras de Franco de un domingo 27 de mayo de 1962, en el cerro de Garabitas de la Casa de Campo de Madrid ante los concentrados de la Hermandad de Alféreces Provisionales y ex combatientes de la guerra civil (el lujo de detalles del contexto era obligado cuando iba a sentar cátedra): 'quien recibe el honor y acepta el peso del caudillaje no puede darse al relevo ni al descanso', para dejarme claro que él había aguantado ‘sapos y culebras’ con esto de los CUEMUM y que llegaría el día que yo estaría sola sin su apoyo y sin su hombro para consolarme cuando me agobiaran los problemas. Pero, bueno, voy tirando ¡¡Voy a tener que hacerme una libreta con frases de JR, no se me vayan a olvidar de no oírselas!!!
Me dice Clara que los lectores del blog alegan un ‘cierto relajo’ en las entradas; vamos, que antes contábamos más cosas y todos los días. Completamente de acuerdo, para nada tiene que ver la tranquilidad de la Antártida con el día a día de por aquí. Lo dice la jota:
No se puée contimparar
un charco con una juente,
sale el sol y seca el charco
y la juente premanece
Y la juente premanece
Sale el sol y seca el charco
Porque también es cierto que después de estos 'temporales de problemas' y haberme pegado un jartón de llorar (por desahogarme más que nada, porque no sirve para mucho más), ponerme a escribir en tono jocoso-festivo para el blog me cuesta bastante. JR sabía cambiar el chip con más facilidad que yo. Supongo que será cuestión de práctica y experiencia; así que haremos un esfuerzo por conservar los fans y mantenerlos 'enganchados' al blog.
Como hemos empezado con Franco y estoy en el Valle del Aragón, parece obligado que os cuente ‘otra batallita’ de José Ramón sobre su admirado tío D. José María:
A principios de nuestra ‘Incivil Guerra’, en el mes de julio de 1936, la parte pirenaica era una zona descubierta e inaccesible para la infantería durante el duro invierno, aunque estuviera en zona nacional. Para su control, se creó una unidad 'alpina'. Está claro que fueron los ‘señoritos’ de Zaragoza los que la integraban, ya que eran los únicos ‘intrépidos esquiadores y montañeros’ de aquellos años, aficiones de ricos un poco extravagantes. Uno de los que integraban esta Compañía de Esquiadores y Escaladores fue D. José María Serrano Vicens, apodado 'el sarrio' que atendía a los heridos en primera línea de fuego. Luego formaría parte de Compañía de Esquiadores de la División Azul y dirigiría un hospital de campaña en el frente ruso.
Para la formación de los batallones de cazadores de montaña y la sección de esquiadores, se creó un centro especializado en Jaca. El 12 de octubre de 1945 se inauguró la Escuela Militar de Montaña (EMM) que, en 1975, pasó a llamarse Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE).
Cuando José Ramón sacó las oposiciones a médico militar, era con la idea de instalarse en Jaca, en la EMMOE, como su tío ‘el sarrio’ y ser ‘médico de montaña’, las dos grandes aficiones de su vida. Para nada ésta era la idea de los mandos del Ejército español, que consideraron que el número uno de la promoción debía ir a formarse a Madrid y no quedarse en una montaña perdido. Entre unas cosas y otras (que también son para contar, pero en otra ocasión), decidió que para hacer cirugía en Madrid, se quedaba en Zaragoza con su padre, un gran cirujano. Esta ‘espinita’ de no ser médico de montaña y el que fuera el responsable de los grupos voluntarios de rescate en montaña de la federación en los años sesenta, le llevaron a trabajar en pos de la profesionalización del rescate primero (1967), y de la medicalización de los grupos profesionales de rescate, después, creando los Cursos Universitarios de Especialización en Medicina de Urgencia en Montaña (CUEMUM) en 1995-96, de los que surge el Máster de Medicina de Montaña y de la Extrema Periferia que nos tiene a todos enloquecidos. El Teniente Coronel Médico de la EMMOE es Francisco De Diego que, además, es el asesor médico del Comité Polar Español, estrecho colaborador del Máster y la persona que ha facilitado que los CUEMUM estuvieran medicalizando la Base Antártica Española Juan Carlos I. Las vueltas que da la vida.
Me cuenta Clara que estos días están ocupados con los nuevos investigadores que llegaron el fin de semana y sus proyectos. El domingo, excursión a los lagos, que hay que conocer la isla. Por las tardes, correr por la playa, con el brass de fondo. También se ha dedicado a controlar un par de ‘indisposiciones’ y de seguir haciendo pruebas con los equipos de electromedicina. No penséis que es redundancia. En cualquier equipo de urgencias médicas de España, todos los días se comprueban las baterías y el correcto funcionamiento de los aparatos. Con más razón en la Antártida que, entre las bajas temperaturas y la humedad, los equipos pueden sufrir daños inesperados. Como me dice Clara, ‘hay que estar siempre preparados’. Así que, además de las comprobaciones de rutina, va haciendo electrocardiogramas y análisis al que se presta a ello para tener la certeza de que funcionan perfectamente.
C Morandeira y MA Nerín
22 de enero de 2013

martes, 22 de enero de 2013

ARRIMANDO EL HOMBRO

En lo que a mi respecta, andamos por Candanchú en marcha con las pruebas de acceso al Módulo V del Máster, el último de la promoción 2011-13 y, casi seguro, el último de los CUEMUM. Hace tanto frío como en la Antártida, claro que allí es verano y aquí es invierno. Hacía tiempo que no se veía todo tan nevado durante tantos días. Está precioso ¡¡y peligroso!! Hoy han sido las pruebas de rocódromo. Mañana toca ascenso y descenso con esquís, piolet y crampones, si la meteo y las condiciones lo permiten.
Me cuenta Clara desde la Antártida:
El sábado por la noche llegó el Hespérides sobre las 00:20 h. Venía a recoger a dos científicos y a dejar a otros cuatro. Además venía con los víveres comprados en Ushuaia y se tenía que llevar los residuos nuestros (cristal, envases y metal). Hacía un frío que pelaba cuando bajamos todos a la playa para arrimar el hombro en las maniobras de carga-descarga, siempre con el botiquín a mano porque son maniobras de alto riesgo y no hay que bajar la guardia. Sacamos nuestra Zodiac y bajaron una de las del barco. Una vez se había hecho el movimiento de pasajeros, las Zodiac iban y venían con la carga que el Terry (la grúa-oruga) colocaba en los Quads. Dos de nosotros hacían viajes con los víveres mientras, el resto, orquestados por Miguel, colocábamos todo en las neveras. Las maniobras duraron hasta las 3:30 de la mañana. Fue todo bien, sin incidentes, pero terminamos cansados. El Hespérides se marchó, pendiente aún de pasar por la base Búlgara y por Byers, los otros dos emplazamientos humanos que hay en isla Livingston. Sobre las 13 horas de la mañana siguiente nos comunicó el Comandante del Hespérides el final de las maniobras. ¡¡¡Así es como se mueven las cosas en la Antártida!!! todos a una, sin horarios y sin convenio con la patronal. Para que luego se diga que estamos de vacaciones… La imagen de las Zodiacs en movimiento, el Hespérides al fondo con sus luces, los Quads subiendo y bajando, el Terry en la orilla de la playa y el personal trabajando a destajo en medio de la noche con frontales, que ya tenemos tres horas de oscuridad, bajo la atenta mirada de un elefante marino que debía pensar “están locos estos romanos”. ¡¡Un espectáculo impresionante!! Claro, que todo pasa factura, entre el tiempo que estuvimos, el frío y el peso que movimos, a la mañana siguiente tuve que atender en enfermería unas cuantas sobrecargas musculares. Como era domingo, fue día de merecido descanso general.
C Morandeira y MA Nerín
21 de enero de 2013

sábado, 19 de enero de 2013

¡¡¡ÁNIMO CLARA, QUE TÚ VALES MUCHO!!!

Voy a dejar para otro día los ‘fangales, fuegos y desatinos’ que me he encontrado por aquí a mi vuelta, que es más entretenido lo que nos cuenta Clara:
Ayer pasé el día en ‘náutica’ con Julio. Hay una Zodiac antigua que había que hinchar e intentar reparar. Pusimos parches en las zonas de goma levantada. Después de evaluar la situación y las alternativas, terminé haciendo la mezcla de pegamento y fijador con dos jeringuillas y un bote de coprocultivo, ¡no te digo más! Quedó bastante bien y sobre todo, nos reímos como hacía días.

Hoy por la mañana he aprendido a hacer pan con Miguel. Él ha hecho los 3 panes habituales con la máquina y yo, a mano, un pan que luego en la comida estaba de miedo. También se han reído bastante al ver mi estilo para amasar el pan. Una que es todo músculo. Pero el resultado ha sido espectacular y se merecía la foto con la chaqueta y la bandera de San Xenxo. Después, con Adolfo y Julio hemos ido a limpiar un tanque de gasoil vestidos de ‘chapapote’. Es algo desagradable así que, en el fondo, a mí me han puesto el traje para disfrazarme y reírse un rato, y luego ha sido Adolfo el que realmente lo ha limpiado.

Ahora han salido varios en la Zodiac, a dar una vuelta. No hace mal día, pero tenía trabajo en la enfermería y he preferido quedarme. He tenido que explorar una rodilla y un tobillo. También tengo una lumbalgia que he de vigilar cómo evoluciona. Tranquila, que lo apunto todo en el diario de visitas.
Como ves, todo sigue parecido. Nos entretenemos bastante y me cuidan mucho.
Quiero aprovechar que sale Adolfo a colación. Es un magnífico jefe de máquinas con una experiencia asombrosa. Trabaja habitualmente en barcos. En la base lo llamamos Mac Gyver, con mucho cariño y admiración, pero a él no le gusta nada. Dice que sólo hace su trabajo y que lo demás son exageraciones nuestras. Lo cierto es que resuelve todos los problemas que surgen, agudiza el ingenio para –con una tuerca, un clip y un chicle (por decir algo)- arreglar un latiguillo, purgar un motor, desatascar una tubería o lo que se le ponga por delante. Por eso lo de Mac Gyver. Más aún cuando esto lo hace en un lugar remoto, aislado y hostil, en el que no hay un Leroy Merlin a la vuelta de la esquina y en el que está para lo que surja, una caldera, la Manitou, el horno de la cocina, la lavadora, la incineradora, un generador o una moto de nieve, por poner alguno de los muchos ‘muertos’ que le caen. Hay días que le ‘crecen los enanos’ y se le amontonan las reparaciones. Siempre está contento, se adapta a lo que venga gran disponibilidad emprendedora e incansable conversador, como buen gallego. Vamos, un mirlo blanco. Ya lo hubiera querido Shackleton en su barco ‘El Endurance’. Así que, si un día vemos al Mac Gyver de la tele con nuestro galaico y antártico mecánico, diremos ‘¿quién ese que está al lado de Adolfo?’, como en el chiste de Manolo –al que todos conocían- y el Papa de Roma.

C Morandeira y MA Nerín
18 de enero de 2013

viernes, 18 de enero de 2013

T´AS CAÍDO GURRIÓN

A las tres de la mañana nos hemos levantado para ir al aeropuerto. Es la primera vez que me cobran un viaje de taxi “por metros”. Así lo ponía en el ticket del taxímetro. Bajada de bandera: 350 pesos (0,60 €) / Precio por cada 200 metros: 100 pesos / Metros recorridos: 21.400 metros / Importe total: 11.050 pesos (19 €). Y claro está, nos ha llevado por el camino más largo. Como dice mi padre, “se hace rico el que pesa y el que mide”.
Hoy tocaba subirse a dos aviones. Cuando José Ramón quería decir “ya te he pillado” (en el sentido de “la has cagado” –perdón- o, más fino, “te vas a enterar” o, “te has caído con todo el equipo”), contaba la escena de Jesucristo y los romanos en el monte de los Olivos escenificada en un pueblo de Aragón durante la Semana Santa (recítese con acento apropiado):
SOLDADO ROMANO: - “¿Sois vos Jesús de Nazaret, llamado el Mésias?
JESUCRISTO: - “El mesmo”
SOLDADO ROMANO: - “T’as caído gurrión”
Pues eso le he dicho esta mañana al “científico antártico” que me acompañaba en el trayecto aéreo de Punta Arenas a Santiago de Chile, Juan José Durán, doctor en geología del Instituto Geológico y Minero de España, “t’as caído gurrión”, porque nadie mejor que tú me va a contar lo que estamos viendo.
Durante el vuelo, esta vez sin escala en Puerto Montt, hemos sido espectadores de un memorable amanecer sobre los andes patagónicos. No es nada habitual, pero estaba prácticamente despejado, con cielo azul y día claro. Me explicaba Juanjo –ya no se puede pedir guía más cualificado para la visita aérea improvisada de esta mañana-, que el Campo de Hielo Patagónico Sur, residuo de la última glaciación, lo comparten Chile y Argentina. Es la tercera extensión de hielo del mundo, tras Groenlandia y la Antártida, aunque es la mayor de carácter continental no polar. Es una zona de abundantes precipitaciones en forma de agua y nieve, que mantienen los caudales fluviales y los glaciares. Es un conjunto de valles y montañas, circos glaciares, morrenas, lenguas de hielo que desaguan el hielo continental, fragmentos de hielo, lagos e ibones. Es un derroche de majestuosidad, de inmensidad, de belleza. Muy cerca, a nuestra derecha, hemos podido ver los Cuernos y las Torres del Paine. Una incursión de granito en rocas sedimentarias. La diferencia de color se debe al contraste del granito (gris claro) y la roca sedimentarias (color negro). El cerro Paine Grande tiene 3.050 m. Era absurdo hacer fotos desde el avión, así que hemos disfrutado del privilegio que nos brindaba el primer vuelo. Hemos podido identificar, entre otros muchos, el glaciar Grey. De la cordillera austral se desprenden 13 grandes glaciares y 190 glaciares menores, actualmente en retroceso por el aumento de las temperaturas y los cambios en las precipitaciones. Es evidente que su extensión está disminuyendo progresivamente en los últimos 20 años. Más al norte, pasado el Parque Nacional Bernardo O’Higgins y el Fitz Roy, hemos podido ver los volcanes de esta región (Cabulco, Osorno, Tronador…) y los glaciares que los cubren o ventisqueros, como los llaman por las tierras.
En el siguiente vuelo, poco después de despegar de Santiago, el piloto nos ha indicado que teníamos a nuestra derecha el Aconcagua, que sobresalía majestuoso y demoledor entre algunas nubes que en absoluto ocultaban la montaña más elevada de América, incluida en el circuito de “las siete cimas”. Un gigante de piedra con hielos eternos que parece tocar el cielo y vigilar todo lo que le rodea. El centinela de piedra (en quechua) o centinela nevado (en aimara).
Ha sido el broche de oro para esta experiencia antártica profesional y personal altamente enriquecedora, única por su contexto, inolvidable e irrepetible que para mi ha terminado hoy al llegar a Zaragoza, aunque sigue intensa y continuadamente para Clara Morandeira.
MA Nerín
17 de enero de 2013

miércoles, 16 de enero de 2013

EL SABER NO OCUPA LUGAR Y, EN LA ANTÁRTIDA, NUNCA SOBRA

En Punta Arenas hemos echado el día con gestiones varias arreglando los problemas que teníamos para el check-in y la tarjeta de embarque de los dos vuelos de mañana y con el correo electrónico, que está desbordado. A las tres de la mañana nos levantaremos para estar en el aeropuerto a las cuatro.
Clara me cuenta:
Hoy por la mañana he seguido organizando el pedido de enfermería y las cosas que han de volver a España. Yo misma he cogido el Quad, he ido cargando las cajas del almacén y de la enfermería para dejarlas ya clasificadas. ¡¡Me lo he pasado como los indios!! Soy ya una aventajada conductora antártica.
Por la tarde, los de Antarperm ("los chicos del permafrost") salían con Julio en la Zodiac. Literalmente, “salían a pescar" uno de los sensores que dejaron allí el año pasado. He podido acompañarlos; así que, de nuevo, a vestirnos de "teletubys". Hoy, por suerte, con unas botas de “casi” mi número, un 43. ¡¡Cada día me queda mejor este traje!! Hemos buscado durante un rato en la zona del Johnson´s. Con ayuda del GPS, Miguel Ángel ha terminado dentro del agua buscando y Antonio pescando. Yo no daba un duro por encontrar nada y, de repente, Antonio ha notado una resistencia... y ¡¡ahí estaba!! Después de esto y del Sofía, no volveré a dudar de "los chicos del permafrost". Nos hemos reído de mis reflexiones en voz alta.

También han aprovechado para recoger las muestras de agua, como hicimos la semana pasada la víspera de irte. Julio, con su paciencia habitual, nos llevaba a un sitio y a otro y contestaba mis múltiples preguntas llenas de ignorancia sobre la mar, los barcos y su tripulación. ¡¡Terminaré siendo una experta marinera!!
C Morandeira y MA Nerín
15 de enero de 2013

ODISEA FUEGUINA

A las seis de la mañana del lunes 14 salíamos del hotel para subirnos al bus que nos llevaría desde Ushuaia (Argentina) hasta Punta Arenas (Chile) atravesando Tierra del Fuego. La primera fue que, en el momento de subir, no encontraba el billete de autobús. La tarde anterior, Juanjo, Jaime y yo habíamos estado informándonos en la oficina de turismo, para saber de dónde salía el bus y quizás se quedó allí o se me cayó al guardarlo. El caso es que, menos mal que llevaba la factura que me había hecho la agencia que nos vendió los billetes y el conductor no puso demasiadas pegas. Entre otras cosas, los billetes van con el número de asiento y el nombre del pasajero. Íbamos llenos y tampoco había nadie que reclamara el asiento número 50. Por fin, salíamos de Ushuaia entre frondosos bosques patagónicos en dirección al Lago Fagnano, que fuimos bordeando, dejándolo a nuestra izquierda. Los nativos selk’anm lo llamaban “Khami”, que significa “Agua Grande”. Tiene más de 600 kilómetros cuadrados. Una preciosidad. Poco a poco se fue transformando el paisaje hasta adoptar una estampa esteparia extensísima en la que de tanto en tanto se veían ovejas, vacas y guanacos, animales silvestres de la misma familia que las llamas y las alpacas. Tienen gran habilidad para escupir saliva o las hierbas que estén masticando. A las tres horas de haber salido de Ushuaia, llegamos al puesto fronterizo de San Sebastián, donde estuvimos casi tres horas porque unos franceses llevaban fruta en sus maletas y no la habían declarado. El perro labrador, funcionario chileno, especialmente adiestrado para estos menesteres recibió muy contento su premio por ‘descubrir a los malhechores’. Decir que en Chile son muy estrictos con la entrada en su país de todo lo que es comida, plantas, frutas, animales, y una larga lista que te facilitan para que, antes de la inspección, puedas declarar ‘so pena de importante multa y castigo’. Por fin, salimos del puesto fronterizo y entramos en territorio chileno. Durante kilómetros circulamos por una pista de tierra, tragando polvo y salpicando piedras. De vez en cuando, alguna ‘estancia’ o granja en la distancia. Volvimos a parar por ‘destrozo exagerado de rueda’, nada de extrañar a la vista del pavimento y la velocidad del bus. Costó una hora hacer el cambio de rueda. Desde luego, toda una hazaña para el sitio, el tamaño del bus y de la rueda. Todo esto, en medio de la nada, sin comida ni agua por las pegas que ponen al pasar la frontera chilena. Llegamos al ferry para atravesar el estrecho de Magallanes con bastante retraso sobre la hora prevista. Era obligado bajar del bus y estar en las pasarelas del transbordador, que llevaba unos 30 coches, 2 camiones y 2 autobuses. Fue de agradecer respirar aire fresco y disfrutar del paisaje del estrecho. ¡¡Tuvimos la suerte de que nos acompañaran delfines magallánicos!! más bien pequeños, blancos y negros, saltando al lado del transbordador. Los 170 km que todavía nos separaban de Punta Arenas los hicimos en dos horas y pico más de viaje. Total, unas 13 horas desde que salimos del hotel de Ushuaia hasta que llegamos al de Punta Arenas. Eso sí, contentos de un viaje tan aprovechado. Cenamos en La Marmita (cocina mestiza de autor en un ambiente informal, pero acogedor) y nos fuimos derechos a dormir.
Clara pasó el día ocupada con la organización de la medicación que estaba en el almacén de la base y probando unos equipos que llevaban años sin funcionar.

MA Nerín
15 de enero de 2013

lunes, 14 de enero de 2013

USHUAIA: ¿EL FIN DEL MUNDO?

Todos los carteles, camisetas, souvenirs y folletos ponen USHUAIA – Fin del mundo. Será porque es la ciudad más austral del mundo, o porque se han adjudicado el título de la novela de Julio Verne “El faro del fin del mundo”, ambientada en la isla de los Estados, aquí en la Patagonia, donde se juntan el Atlántico y el Pacífico. De todas formas, de “fin del mundo” nada, que todavía queda la Antártida.
El Hespérides ha tocado “diana floreada” a las 6:15 de la mañana. A las 8:30 am hemos atracado en la capital de la Patagonia argentina. Entre pasaportes, esperar el certificado del Comandante de haber cruzado el cabo de Hornos y hacer de extras en el documental de Pepita, hemos llegado al hotel (Hostería América) sobre las diez. Está bastante bonito el hotel (a 10-15 min. del centro a pie). ¡¡Cuesta 225 dólares la noche!! (en España estaría entre dos y tres estrellas). Nos hacen precio, por ser “científicos antárticos”, y nos cuesta 115 dólares dormir y desayunar (unos 85 euros), que ya está bien. Por aquí hay hoteles que cuestan mil dólares la noche....
Ushuaia es un gran centro comercial. Sólo hay tiendas, hoteles, cafeterías y restaurantes. Una vez instalados en el hotel, Jerónimo me ha acompañado a la oficina de turismo que hay en el puerto. Me he enterado de lo más relevante para ver en un día y luego he hecho una mini-ronda para ver lo que se vendía. Como era domingo, estaba casi todo cerrado, pero nos han dicho que sobre las cinco abrían porque venía el INFINITY, uno de los cruceros más lujosos y grandes que circulan por aquí. Así que a la una nos hemos ido a comer con todos (éramos 9) a La Rueda, un bufet libre de ensaladas y carnes (cordero, pollo, ternera, chorizo y morcilla) por unos 25 euros (de lo barato que hay por estos lares). ¡Se les ha ido la pinza! Han comido como si llevaran dos meses en la Antártida a dieta. A las dos y cuarto he salido corriendo porque tenía que subirme a un taxi para ir al Tren del fin del mundo y al Parque de Lapataia. Luego he ido a ver el Museo del Presidio, donde le echan teatro a capazos con todo lo que cuentan. Desde luego, sobrecogedor. Muy mal lo pasaron los presos de principios de siglo en esta prisión… Y hemos visto llegar al Infinity. Exagerado. Nosotros tan contentos con nuestro Hespérides y nos hemos quedado bizcos. Ha sido ver bajar a unos 1.500 pasajeros en tropel y abrirse todas las tiendas en un abrir y cerrar de ojos. Después de cenar hemos dado una vuelta por el monumento al lío que tuvieron en Las Malvinas con los ingleses. Las fotos no tienen desperdicio. Desde luego, la historia cambia mucho según la cuentan unos u otros.
Hoy es domingo. Festivo en la BAE Juan Carlos I. Me cuenta Clara:
Hace un día regular.... pero por la mañana he subido con los 3 guías al Napiere para esquiar la pala que baja hacia el glaciar. Son geniales y da gusto ir con ellos. Después, Iñaki y yo hemos vuelto, mientras ArKaitz y Curro continuaban un poco más. Arriba casi volamos, pero las vistas son espectaculares. ¡¡Me ha gustado un montón!! Aparte que subir al monte con ellos es un lujo. Por la tarde, nos hemos ido seis de nosotros a Caleta Argentina. ¡¡Hemos visto la pingüinera!!

C Morandeira y MA Nerín
13 de enero de 2013

domingo, 13 de enero de 2013

RETORNO A LA CALMA

La noche ha sido movida. Con tormenta incluida. Ducharse en El Drake tiene su punto cómico. Mientras te sujetas con una mano, intentas enjabonarte con la otra y mantener el equilibrio debajo del chorro de agua que se mueve según las olas; pero cuando se cae el champú y lo intentas recoger, acabas sentado en el wc con la cortina enrollada y dando gracias de no haberte dejado los dientes en el lavabo. Cuando consigues estar vestido, necesitas un rato largo en la cama para reordenar todos los sensores y recuperar mínimamente el sentido del equilibrio para salir del camarote. ¡¡A las 12:40 hemos pasado por delante del Cabo de Hornos!!. Ha sido como un festival. Todos enloquecidos en el puente, haciéndonos fotos unos con otros en el alerón (una mini-terracita que hay junto al puente de mando). Teníamos viento de 30 nudos (unos 54 km/h), que hemos agradecido –a pesar del frío- después de dos días encerrados sufriendo El Drake. En la foto salgo (melenas al viento y cara de susto) con el Teniente enfermero y el Comandante médico del Hespérides. A nuestra espalda, el Cabo de Hornos. Al cambiar el rumbo para dirigirnos hacia el Canal Beagle, el Hespérides ha cesado de cabalgar y lo hemos agradecido todos. De hecho, hoy no ha faltado nadie a la hora de la comida y vuelve a haber cola en los tres ordenadores de la sala de informática.
Después de comer, por fin, he podido leer “La noche en que Frankenstein leyó El Quijote”, de Santiago Posteguillo (Ed. Planeta), que me prestó para el viaje Jordi Felipe, Jefe de la BAE Juan Carlos I. Hace un repaso por algunas obras relevantes de la literatura mundial, a partir de las historias que hicieron que se escribieran o publicaran. De lectura fácil y entretenida, en dos horas me lo había terminado. Muy recomendable, para jóvenes y mayores.
Clara sigue acompañando a los científicos en sus quehaceres investigadores. Una de nuestras misiones es conocer los lugares en los que se llevan a cabo las investigaciones, así como saber en qué consisten. Vaya a ser que penséis que estamos de “vacaciones en el mar”, aunque estamos más morenas (sólo de cara) que si hubiéramos ido a Lanzarote. Está claro que con veinte personas que hay en la base, la tarea asistencial es reducida. Tratándose de extrema periferia es obligado que haya médico, porque si pasa algo no hay más posibilidad que echar mano de lo que hay en la base, pero no se espera que el médico tenga una actividad arrolladora en lo que a lo suyo se refiere. Sin embargo, sí está bien participar en actividades paralelas. En caso que sea necesaria su intervención, que el médico conozca los lugares en los que se trabaja, en qué condiciones, los riesgos inherentes y los recursos médicos que puede haber en las proximidades (como en los refugios de montaña o en las zodiacs), facilita mucho las cosas. Me cuenta Clara:
Hoy he vuelto a subir al Sofía con Antonio y Miguel Ángel, los del Permafrost. El día, de perros. Viento, niebla, frío y lluvia. Ya subo al Sofía como si estuviera a la vuelta de la esquina. Me calzo los esquís y como si fuera a por el pan. Para ellos, lo de las raquetas es menos llevadero. Llevaba más capas que una cebolla: térmica, camiseta de manga larga, chaleco polar, chaqueta cortavientos roja, plumas y encima el goretex. Aún tenía una capa más ¡¡pero es que entonces no me cerraban las de arriba del todo!! Se han reído, pero “ande yo caliente...” Ya les he dicho que soy una floja, pero paso de pasar frío. El trabajo allí arriba era de estar bastante quieto. Antonio cambiaba los sensores de este año pasado por unos nuevos en varias estaciones. Mi papel era dar conversación (se me da bien) y echar mano sujetando tornillos o pasando cosas. A pesar de mis capas... las manos, las piernas y pies... ¡¡helados!! Hemos bajado todos a comer porque las condiciones del día no daban para más. Por la tarde me he puesto con el jefe en las basuras. La idea es hacer las bolsas bien separadas de plásticos, cartón y otras de orgánico para quemarlas el día que pongamos en marcha la incineradora. Una guarrada, pero nos hemos reído. Lo menos hemos llenado 10 bolsas de esas reciclables verdes. Te mando una foto divertida.
Envía también una foto de Antonio. A resaltar lo de siempre, una mano sin guante (cuando no son las dos). Estos días de niebla, frío y viento, son lo más indicado para una congelación o una hipotermia. Así que Clara controla la exposición de técnicos y científicos a las inclemencias meteorológicas. De la cena de ayer, en la que celebraban el XXV Aniversario de la base, me cuenta:
La cena muy bien ¡¡Ya he aprendido algo para hacer en España!!! ¡¡¡El flan!!! Fácil y rápido. Cuando haga mis cenicas de vuelta lo haré de postre. Y seguro que me dicen..."¡qué bueno! ¿Dónde has aprendido a hacerlo?" Y podré decir eso de ..."Nada, lo aprendí en la Antártida". De momento ya podré contar a mis nietos "yo tomé las uvas en la Antártida, yo esquié en la Antártida,..."
C Morandeira y MA Nerín
12 de enero de 2013

sábado, 12 de enero de 2013

VELOCIDAD DE CRUCERO

Según los amigos del Hespérides estamos teniendo un Drake regular tirando a malo. Vamos, que puede ser mucho peor. A mi me está pareciendo un infiennno. Vamos de lado a lado, dando cabezazos con la proa y parece que hasta demos algún “mortal hacia atrás” cuando es todo a la vez. Tumbados en la cama se medio lleva, pero desplazarse exige una buena dosis de voluntad para mantener el tipo y no vomitar. Hace horas que han avisado “Está prohibido desplazarse por cubierta sin permiso del puente”. Tampoco estamos para muchos paseos, ni por cubierta ni por las cuadernas. He subido un rato al puente, a ver las olas y a hacer alguna foto. El Hespérides cabalga sobre las olas, con el sol en el horizonte, mientras la espuma salpica la cubierta de proa. Im-presionante. Como para caer en la mar océana. Lo peor es bajar luego los tres pisos de escaleras hasta el camarote. A la hora de comer, han bajado sólo los veteranos (Pepita Castellvi, Jerónimo López y Manolo Bañón). Yo he conseguido comer un poco de arroz y una manzana, sujetándome a la mesa con una mano y a la pared con un pie, pero me he vuelto corriendo a la cama con un tono de cara blanco-verdoso a pesar de no haber vomitado. Todos los demás, siguen fondeados en sus camarotes. Decir que la tripulación del Hespérides lo llevan fenomenal, porque ellos, además de aguantar el meneo, se mueven por el barco como pez en el agua.
Ayer escribí una carta a los alumnos de la 8ª promoción para comunicarles que la Universidad había decidido no impartir Módulo I y II en 2013. Que había estado valorando presentar mi dimisión al Rector, pero que había decidido quemar el último cartucho y movilizar a todos los colectivos que quieran echarnos una mano. Que puede ser que me echen, pero será por intentar preservar el legado de José Ramón Morandeira por encima de todo y de todos. Desde la secretaría de los CUEMUM vamos a enviar un mail a los alumnos, ex-alumnos, profesores, clubes, federaciones de montaña, refugios, amigos y conocidos para que, los que estén a favor, escriban un mail a cuemum@unizar.es diciendo “Apoyo la continuidad del Máster de Medicina de Montaña de la Universidad de Zaragoza y el que se inicie la nueva promoción el 4 de febrero de 2013” firmando con su nombre, apellidos y DNI. El viernes 18 de enero, en cuanto llegue, llevaré los correos recibidos a las Cortes de Aragón, al Rectorado de la UZ y al Justicia de Aragón. Los que estéis de acuerdo, podéis enviar también un mail con vuestra adhesión, apellidos y DNI, así como todos los apoyos que podáis conseguir. Si recogéis las firmas en papel, las podéis acercar al despacho de los CUEMUM o enviar en PDF. A los representantes de la Comisión Mixta de los CUEMUM les estamos preparando un mail con algunos de los correos de los alumnos y una nota en la que les informo de que el 6 de febrero me entrevistan en la TV, el 14 de febrero recojo un premio que han concedido a José Ramón, que presentamos en pocas semanas el corto UN HOSPITAL ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA, doy una conferencia en el Colegio de Médicos de Madrid y otra en la Real Academia Española de Medicina y que, como dijo San Ambrosio, Obispo de Milán, al Emperador: “Si no me recibes en tu palacio, hablaré en mi iglesia”. Voy a pecho descubierto, así que soy un blanco perfecto para derribar.
Clara sigue haciendo agujeros por la Antártida, además de vigilar la salud de científicos y técnicos en la BAE Juan Carlos I. Dormíamos juntas en un extremo de un módulo-contenedor de obra, en el que cabe la litera y una mesilla de noche. El resto del módulo era almacén de montaña. La semana pasada se vació para instalar otra litera y tener un dormitorio más. Me cuenta Clara:
Esta mañana han empezado a tapiar nuestro hueco para compartir con los de montaña. Te has perdido un gran momento de "lluvia de ideas" en nuestra habitación. Julio, Curro, Joan, el Guiri, Arkaitz... todos opinando. El uno quería quitar la mesa para evitar que sirviera para acumular cosas, el otro quería la mesa para estudiar con el ordenador (que luego no se sienta nunca, según los demás), el otro quería luces de neón, el otro poco más que una puerta blindada, y como dice Julio..."todo esto lo tenemos que hacer con una tabla de madera, un sombrero y un palillo" porque el material que tenemos es más bien escaso. Ha ganado la idea de Julio. A ver si te lo sé explicar. La puerta del armario pegado al mío, la que se abre hacia nuestra habitación haría de puerta, y las maderas las pondrían en torno a ella. De esta forma, si cierras el armario tienes ventilación, y si quieres intimidad, abres la puerta del armario, sellas el tabique y además te queda lo del armario como una mesilla (que era lo que pedía Iñaki). Y así han estado un largo rato. Le haré alguna foto para que veas como ha quedado el final. Yo, de momento, creo que voy a conservar nuestro espacio. Está genial!!!
Pues con lo pequeñísimo que es “nuestro dormitorio”, debía parecer el camarote de los hermanos Marx con tanta gente opinando. No me acaba de quedar muy clara la multifunción del armario, pero ya nos enviará fotos de “obra terminada”. Hoy es el XXV Aniversario de la Base Juan Carlos I. Esta noche lo celebrarán, así que mañana tendremos la foto. Me cuenta Clara:
La radiotelevisión gallega ha llamado a Miguel a las 13:20 (hora local) para entrevistarle. Te partes de la risa de cómo lo cuenta. Le han preguntado cómo terminó en la Antártida, qué tiempo hace, qué menús pone, cómo celebraremos el XXV Aniversario... En su línea, ha estado muy rápido contestando y ha podido dar propaganda a todos su allegados (Albariño de Paco y Lola, Ayuntamiento de San Xenxo,…) en la misma frase que explicaba qué habría hoy de especial para cenar. Antes de empezar la entrevista le han contado que en Galicia esperaban frío de -6 grados. Él no podía ser menos y no ha sido capaz de decir que aquí hoy estamos a cero grados y con su acento habitual ha dicho "ay visiño no sabes que frío pasamos, lo menos -7 que tenemos aquí".

Clara lleva los genes Morandeira García para explicar las cosas haciendo reír y poner chispa a todo lo que pasa. Estos días que he pasado con ella es como si me hubiera inyectado dosis de entusiasmo y fuerza arremetedora. Es un ángel. Es Morandeira de pura cepa.

C Morandeira y MA Nerín
11 de enero de 2013

viernes, 11 de enero de 2013

SEGUIMOS PARA BINGO

Tenemos por delante dos días y pico hasta llegar a Ushuaia. Con Clara estoy en contacto a través de la cuenta de correo del CSIC. En la base Juan Carlos I no hay acceso a internet y no podemos entrar en nuestra cuenta habitual de correo electrónico; pero a través de la antena satélite, hay conexión con el servidor del CSIC para enviar y recibir mails de, como mucho, 500 Kb. Menos es nada. Hemos quedado en que enviará fotos y me irá contando el día a día, para tener la seguridad de que marcha todo bien y mantener el blog actualizado. Qué cosa es esto de la tecnología punta. Aún dice mi hermano, que es ingeniero informático, que le asombra ver cómo dando a un botón está al día de lo último que ha pasado en la Antártida. Pues anda que a mí, que sólo soy médico y la tecnología cubre cubierta, ni os cuento.
Ayer se incorporaron dos nuevos científicos a la BAE Juan Carlos I, Miguel Ángel y Antonio, los “famosos del permafrost”. Me cuenta Clara:
Tienen varias instalaciones entre la base y el Pico Sofía. Dos llegan a 25 y 15 m de profundidad. A lo largo del recorrido hay muchos sensores y así miden la temperatura de la tierra. Me han explicado que entre el agua y la tierra hay una mezcla de agua y tierra helada. Cuando este compacto de hielo lleva helado dos años se le llama permafrost. Dentro de éste, la capa más superficial se funde o se hiela en función de la temperatura. Es lo que se llama “zona activa”. Esta zona activa es lo que ellos miden. La gran broma ha sido que una de las instalaciones estaba completamente cubierta por la nieve y el hielo. Hemos subido hasta el Sofía, ellos con raquetas (que no habían probado nunca, porque no habían encontrado tanta nieve otros años, y no les han gustado mucho) y yo con esquís. Y de nuevo a palear “como si no hubiera un mañana”. Estos años tienen más nieve por el calentamiento global. La idea es que si hay más calor se evapora más agua del mar y hay más precipitaciones. Al estar a temperaturas antárticas, esa precipitación es en forma de nieve. La verdad que varios de los investigadores están encontrando problemas con esto. En seguida ha aparecido una capa de hielo increíble. Yo en mi línea, empezaba ya a tener frío, y desde luego pensaba que nunca lo encontraríamos. Íbamos con un aparato como el ARVA de los aludes, pero no me acuerdo el nombre exacto. Con ayuda de eso, las palas y el piolet... ¡¡¡por fin hemos visto asomar la tapa roja del bote que tienen enterrado!!! Queda un poco para poder llegar a sacarlo del todo, irán mañana con la máquina de vapor porque el hielo pegado a la tapa se irá mejor y será más fácil de sacar. Sobre las tres han decidido bajar a comer, aunque yo he hecho una parada técnica en la enfermería y la habitación para entrar en calor.
El caso es que han cavado un agujero que cabe Clara entera dentro. Ya les he dicho que tienen el compromiso de devolverla en perfecto estado. Que una cosa es hacer ejercicio para mantener el tipo y otra es hacer agujeros por toda la isla buscando sondas, estacas y sensores. Mientras ella paleaba camino del Sofía, yo entraba en contacto con la realidad del mundo al poder retomar mi cuenta de correo electrónico en el Hespérides. Después de seis semanas, tengo un montón por leer. Lo peor es que no parece que haya ninguno especialmente divertido, animoso o alentador. Así que, durante estos cinco días que tengo hasta llegar a Punta Arenas, dosificaré convenientemente la lectura y su respuesta, porque cada correo es un problema o algo que nos piden.
Yo me vuelvo a “pelear contra los elementos”, pero el Proyecto Antártida continúa.

C Morandeira y MA Nerín
10 de enero de 2013

jueves, 10 de enero de 2013

FIN DE LA PRIMERA FASE

Muy a mi pesar (y el de Clara) ha llegado el día. Sobre las diez de la noche el Hespérides nos ha recogido a Jaime, Manolo y una servidora. Ha sido un día frío, pero soleado. De los bonitos que hemos tenido. Algo curioso es la percepción alterada de las distancias. Me han explicado que es por la claridad del ambiente (aquí no nos llega la contaminación) y la luminosidad. Todo parece estar aquí al lado, pero cuando te pones a ello, a pie, en zodiac, o en moto de nieve, cuesta mucho más de lo esperado alcanzar el objetivo.
Hemos empezado el día regular tirando a mal. Las secretarias del CUEMUM me han comunicado por mail que la Universidad de Zaragoza ha decidido no impartir Módulo I y II del Máster de Medicina de Montaña este año 2013. Una decisión totalmente equivocada y sin fundamento, porque el Máster cuenta con apoyos y alumnos suficientes como para poder empezar una nueva promoción. Estoy pensándome muy seriamente presentar mi dimisión al Rector. En absoluto estoy de acuerdo con esta decisión, por los alumnos, por el incuestionable servicio que los profesionales que formamos prestan a la sociedad y porque no se ha tenido en cuenta nuestra opinión. Cuando en 2006 José Ramón presentó su dimisión como Director del Máster diciendo “Lo que en un principio asumí como una tarea por militancia montañera, al tiempo de prestar un servicio a la sociedad y a mis amigos de la montaña, se ha convertido en un trabajo agobiante, agotador, exigente y muy estresante por la gran cantidad de intereses político-médicos de todo tipo, que se han desatado en su entorno y que me desbordan porque no los entiendo”(…) le sobraba razón y lo suscribo palabra por palabra. Sí tengo que decir que me siento muy orgullosa de haber contribuido a que Aragón, que no puede presumir de ser líder y pionero en demasiadas cosas, sea hoy considerado como tal en este campo y de haberlo hecho junto con José Ramón Morandeira. Si Aragón no es capaz de mantener este liderazgo por esas cosas que -por desgracia- pasan en esta tierra nuestra cainita, donde abunda la envidieta, el pueblerinismo, la impotencia, la incompetencia, el asombro de papanatas ante lo que viene de fuera y la afición incontenible a zabucar lo que hacen los de dentro, aunque sólo sea por aquello de “a ver lo que se ha creído ese” (palabras textuales de JR), quiero pensar que otras universidades europeas que van siguiendo nuestra estela, asumirán la labor de formar a esos profesionales sanitarios que en el futuro, se harán cargo con plena garantía y competencia, de atender a los accidentados en nuestras montañas o de la asistencia urgente en los helicópteros de emergencias médicas, ya que nosotros no habremos sabido preservar lo nuestro.
Después de comer, ya con todo recogido, Clara y yo nos hemos dado un último paseo juntas por la playa, en compañía de los pingüinos. Ella, que sabe bien lo que hemos luchado José Ramón y yo por la continuidad del Máster, me insiste en que no tome una decisión tan radical hasta que no me haya sosegado. Ya le he explicado que no es cosa de un pronto ni algo precipitado, que llevan diez meses “mareando la perdiz” y a los alumnos. Además, si no hay Máster, yo no pinto nada en la Universidad de Zaragoza. No es una decisión que vaya a tomar “en caliente”. Llevo un mes fuera de Zaragoza, con la perspectiva que da el tiempo, los 14.000 km que hay de por medio y el no saber nada de lo que pasa por tierras aragonesas o españolas. Presentar mi dimisión es una posibilidad que José Ramón y yo habíamos hablado en profundidad en varias ocasiones.
La despedida ha sido larga. Hemos estado más de dos horas en el embarcadero mientras se cargaba la basura de la base en el Hespérides y se descargaba gasoil. Han estado todos aguantando el frío hasta que nos hemos subido a la zodiac. Con lo sentimental que soy, me ha ido justo para no llorar al despedirme definitivamente. He abrazado a todos, uno por uno, y les he dado las gracias. Nunca sabrán lo mucho que me han ayudado y todo lo que ha mejorado mi ánimo (a pesar de las patadas en los esos que me dan últimamente los que se empeñan en destruir el legado de José Ramón) con sus bromas, su compañerismo y sus atenciones. Ha sido un detalle más por su parte estar tantas horas plantados en la playa de Juan Carlos I. Clara estará estupendamente el mes y medio que le queda. Son buenos chicos y la cuidarán mucho. Me hubiera gustado quedarme, pero no puede ser. Además, está lo suficientemente preparada para afrontar este reto sola.
Como las maniobras de carga y descarga han sido largas, Jerónimo López, Miki y Agustín Olea, el médico del Hespérides, han desembarcado para visitar la base. Clara y yo les hemos acompañado para enseñarles la enfermería. Jerónimo, como ya expliqué, es geólogo, además de un científico de prestigio reconocido internacionalmente, ahora Presidente del 'Scientific Conmittee on Antartic Research’. Estuvo con José Ramón en la primera expedición aragonesa al Himalaya, cuando se abrió una vía en el Baruntse, en 1980. Se alegró mucho al ver que una Morandeira andaba por estas tierras australes, afrontando el desafío antártico.
Para subir al barco, nos hemos vestido con los teletubys por última vez en esa campaña. La entrada en la zodiac ha sido tan patosa como siempre. Esta vez, además, el traje estaba “pelín” pinchado, por lo que, se me ha llenado el pie izquierdo de agua. Lo que, unido al frío que tenía después de dos horas esperando en la playa, me ha dejado más que pasmada. Las manos, a pesar de los guantes, ni las sentía. Curro y Julio aguantaban el último escalón de madera de la escalera que colgaba sobre la zodiac desde la baranda del Hespérides. Para subir, entre el frío, el traje y el agua en el pie, he tenido que concentrarme para coordinar los movimientos y llegar a cubierta sin caerme. Cuando he llegado, las manos las tenía completamente agarrotadas y el pie blanco. He tenido que entrar en la ducha y tomarme un vaso de leche caliente para recuperarme. De Juan Carlos I hemos ido a San Clemente a recoger a los expedicionarios búlgaros. Eran las dos de la mañana cuando recogíamos al último pasajero en el campamento internacional Byers, antes de poner rumbo al Drake.
MA Nerín
9 de enero de 2013